Fue descubierto en España en 1783. Es uno de los minerales más codiciados cuando hay guerra. Durante la II Guerra Mundial y la Guerra de Corea, las potencias mundiales disputaron en suelo español otro conflicto, silencioso, pero también despiadado para controlar la producción del Wolframio, un mineral que convirtió al Bierzo en un objetivo prioritario. Aún hoy se pueden observar las huellas de aquella guerra subterránea que enriqueció a unos y que dejó heridas ya cicatrizadas en el paisaje. ¿Dejaron algo de Wolframio aún en la montaña?