El oficio de pastor poco a poco desaparece. La falta de mano de obra y de relevo generacional complica que muchas explotaciones se puedan mantener. Se trata de un trabajo con unas rutinas muy exigentes, lo que hace que para muchos no sea un oficio demasiado atractivo.
Ángel e Isaías son de los pocos pastores que hay en Castilla y León: "Nací entre ellas ya y ya ayudaba a mi padre", cuenta Isaías, pastor en Villaco, Valladolid. Sin embargo, lo que hizo que Ángel se dedicase a este oficio no fue el legado familiar, "en otros trabajos que estuve pensaba si me quedas, que si no me quedas. Finalmente, me quedé aquí con esto", confiesa el pastor de Aldeamayor de San Martín.
Ángel tiene cabras e Isaías ovejas y, cada día, ambos siguen una rutina muy exigente: "Me levanto a las 6 de la mañana y sobre las 7 de la mañana estoy ya ordeñando y en cuanto acabo, las saco al campo. Me suelo tirar todo el día", declara Ángel.
Desempeñan un trabajo sacrificado. Lo que hace que no sea especialmente atractivo: "El principal problema es que son todos los días de la semana. Nosotros no sabemos otra cosa nada más que trabajar. La mayoría de la gente hoy en día lo que quiere es tener el viernes libre por la tarde y hasta el lunes no volver", asegura Isaías.
La falta de pastores ya es un problema en Castilla y León y puede provocar la desaparición de razas autóctonas como las ovejas churras, ojaladas o castellanas.
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