Oleksandra Kutnietsova, exalumna de la UBU residente en Kiev relata su experiencia para CyLTV Noticias: "LLevo estrés y cansancio continuo, pero aun así, es nuestra resistencia, porque nosotros no invadimos, nosotros resistimos y defendemos. Me da mucho miedo solo imaginar de que en Kiev pueda estar la bandera rusa". Ella cursó sus estudios en Burgos y está de regreso en Kiev, Ucrania. Lleva un mes sufriendo el horror de la guerra y en este tiempo, como mínimo consuelo, ese pueblo ha recibido una solidaridad sin precedentes.
Según los registros de Cruz Roja, en Castilla y León, más de 1.000 familias se han ofrecido formalmente para acoger, bien a niños solos, bien a familias completas o de forma indistinta a los refugiados que haga falta. En este tiempo ya se han registrado 600 en nuestra comunidad. Estos son algunos de sus testimonios:
La única buena noticia que han escuchado en el último mes es que el bebé de Ana está bien. "Un bebé precioso. Hemos mandado la foto de la ecografía a su padre". Su padre, su marido y también el de su hermana se quedaron en Ucrania. "Quiere venir, pero también siente que su deber es defender el país".
Otro grupo de refugiados tardaron ocho días en caminar 700 kilómetros para cruzar la frontera. Desde hace casi tres semanas viven en Burgos.
Los hijos de ocho y 16 años de otra refugiada siguen las clases que les dan sus profesores desde refugios. "Dan clases donde pueden, protegiéndose de los ruidos de los misiles".
Olga, economista en un banco de Kiev, se ayuda del traductor del móvil para hacer la compra en Navaluenga, en Ávila. "Duele mucho dejar tus seres queridos allí solos y no saber dónde están y qué pasa con ellos".
Veinte refugiados, la mitad niños aún sin escolarizar, comparten casa agradecidos de dormir lejos de las bombas.
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