En el mercado de Íscar se instalan más de un centenar de vendedores como Carlos, que vende calzado en un moderno camión adaptado, o Javi, que trae fruta desde Arévalo. Allí se encuentran las amigas, como el grupo de bordadoras, que se junta de vez en cuando para compartir charla y labores, y por allí pasan muchos vecinos antes de hacer otros recados, como pasar por la carnicería o llevar el perro a la peluquería canina que regenta Lucía.