Carolina trabaja a destajo analizando cada detalle de esta imagen de Gregorio Fernández para que pueda exponerse al aire libre "cada figura tiene que ser analizada, tienen que ser mirados sus anclajes para que vayan seguros, cualquier elemento que pueda ir suelto porque es un préstamo especial, no va a una exposición".
Antes de salir del Museo, la talla pasa un examen previo en el que analizan cada raspón, cada pequeño golpe o mancha: "Todo hay que mirarlo y eso se refleja en un informe de conservación". Ella es la conservadora del Museo Nacional de Escultura y, esta Semana Santa, es también, la encargada de saber qué pasa con estas imágenes durante las procesiones: "En cada procesión está al tanto de qué condiciones hay, si puede salir y si surgiera cualquier cosa se le llama en ese momento", indica. Ella tiene la decisión de salida última de las piezas
Siempre y cuando el cielo lo permita, el aprobado se limita a una llamada telefónica. Si llueve, si hay una humedad relativa muy alta o si hay unas condiciones atmosféricas negativas, el museo siempre va a intentar que no salgan. Cuando las imágenes vuelven al museo tras la Semana Santa, si encuentran algún desperfecto; recurren a los informes previos: "En esos casos ha habido un cambio muy brusco y todo eso hay que repararlo a la vuelta. Para eso también están esos informes para cotejar hasta qué punto ha podido sufrir el paso con la manipulación, la salida". Meses de trabajo que se plasman en las calles, al son de cornetas y tambores.
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