Hace 64 años el mundo vio el segundo y último ataque nuclear hasta la fecha. Apenas tres días después de Hiroshima, el 9 de agosto de 1945 la bomba Fat Man cayó sobre la ciudad japonesa de Nagasaki.
En el momento de la detonación fallecieron más de 35.000 personas y otras 45.000 murieron en las semanas siguientes a causa de las secuelas de la radiación. En los años siguientes se atribuyen otras 60.000 muertes a los efectos de la bomba.
Japón ha rendido homenaje a esas 140.000 víctimas. Las campanas han repicado a las 11.02 horas, la hora en que la bomba destruyó buena parte de la ciudad. Los cerca de 3.000 asistentes en el parque de la Paz de Nagasaki han recordado en silencio el brutal ataque y han reflexionado de la necesidad de un mundo sin armas con semejante poder de destrucción.
En el homenaje se ha hecho un llamamiento a trabajar para limpiar el Nordeste Asiático de armas nucleares, incluyendo a Corea del norte.