La Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica recuperó este martes en un paraje de la localidad burgalesa de Gumiél de Izán los restos de 50 personas fusiladas durante la Guerra Civil y sacó de las entrañas de la tierra el cuerpo de un posible sacerdote, ya que junto al esqueleto han aparecido restos de una posible sotana y un crucifijo de la época. El descubrimiento es inusual, ya que hasta la fecha han sido pocos o ninguno los restos de religiosos en este tipo de fosas, a las que fueron a parar las personas contrarias al bando Franquista, según informaron miembros de la ARMH que trabajarán hasta el sábado en la fosa.
"Podría pasar desapercibido, pero no es nada usual sacar al lado de los cuerpos un crucifijo tan bien conservado y un trozo de sotana", comentó a uno de los miembros que trabajan desde ayer en este paraje burgalés, ubicado en la zona de la Ribera del Duero. De ahí, que todo apunte a que el esqueleto de uno de los 50 individuos fuese el de una persona cristiana, y muy probablemente el de un religioso de la comarca al que los rebeldes le dieron, como al resto, el tiro de gracia.
Afinados y colocados unos encima de otros. Así han ido apareciendo los restos, muy bien conservados, de 50 personas que perdieron la vida durante la contienda civil, y que han permanecido bajo tierra durante los últimos 75 años a la espera de que alguien les sacase del olvido. Lourdes Herrasti, una de las responsables de la exhumación explicó que se trata de una fosa de 30 metros de longitud y 70 metros de ancho en la que se puede ver "distintos momentos de enterramiento", lo que hace pensar que los cuerpos se trasladaron en tiempos distintos, aunque con un margen inferior a un día o dos, a lo sumo.
Todos los cuerpos han aparecido agrupados y con una "enorme cantidad de yeso", algo que las personas que trabajan en la exhumación "no habíamos visto hasta hoy", según aclaró Herraste. Los esqueletos han aparecido en "perfecto estado" y junto a ellos, los restos de parte de sus ropajes, como las alpargatas con las que se calzaban o las canicas que llevaban en los bolsillos los chicos más jóvenes. Del mismo modo, se han encontrado los botones de algunos trajes y un espejo. "Hay objetos pero nada que los identifique, se encargaron de despojarlos de sus carteras y dinero", añadió.
La fosa de los ferroviarios
Antecedentes históricos hacen indicar que la fosa hallada se corresponde con la denominada ‘Fosa de los ferroviarios’ a donde fueron a parar los cuerpos de medio centenar de personas que trabajaban en el ferrocarril. De ser así, los restos encontrados se corresponderían con 50 hombres de distintas edades que en agosto de 1936 fueron sacados de sus turnos de trabajo y llevados en sacas hasta el paraje en el que fueron fusilados.
José María Rojas explicó que la fosa estaba localizada desde hace varios años, aunque hasta ahora no ha podido trabajar en ella. Fue un vecino de Gumiel de Izán quien indicó a Rojas el punto exacto en el que estaba la fosa, y a partir de entonces se pusieron manos a la obra. Desde entonces se fueron siguiendo las huellas que dejó la fosa y una hilera de cuerpos amontonados unos encima de otros y con restos de la bals que les quitaron la vida.
A la espera de conocer la identidad de los finados, ningún familiar se ha puesto en contacto con los responsables de la ARHM, ya que "nadie sabe de quiénes son los cuerpos ni si se trata de los ferroviarios", muchos de los cuales pudieran ser vecinos de otras zonas que estaban de paso en la provincia burgalesa. Sea como fuere, las dataciones y los análisis de ADN se encargarán de devolver la identidad y los nombres y apellidos de todos los restos.