Diego aprendió a cocinar casi a la vez que andar. Siempre le llamó la atención la comida salada, pero sobre todo el dulce. Quizá fueron las rosquillas que hacía con su abuela al salir del colegio. Pero a la vez que crecía, su interés por la cocina iba en aumento, y como buen joven de su tiempo empezó a compartir sus creaciones en redes sociales. Probaba recetas, ideas que se le ocurrían y las publicaba. Ahí vio que la gente seguía sus pruebas y su red se multiplicó. Su perfil en Instagram @DiegoPatisserie ya suma más de 50.000 fieles. Lo que comenzó como una afición se había convertido en su pasión. 

Estudió en el prestigioso Cordon Bleu de Madrid, y esa formación le abrió puertas. Siempre agradecido a sus padres, que fueron los que le ayudaron a poder estudiar, se lanzó a emprender. Internet ha sido su escaparate y Valladolid su primer catador. Su perfil de Instagram ha sido la llave para abrir esta pastelería, que en su estreno ya triunfó y sigue haciéndolo. En sus vitrinas se exhiben galletas tipo "cookie americana", tartas de queso, red velvet o "cronuts", una creación que pocas pastelerías venden en nuestro país. Y mientras prepara su libro de recetas, no descarta ampliar la plantilla.

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