"Los libros eran mi única vía de escape, a veces incluso cambiaba comida para conseguirlos", así describe Ruperto Sánchez sus días en la cárcel. Este venezolano con nacionalidad española tiene 55 años y los últimos siete los ha pasado en varias prisiones de Venezuela.
Concretamente, ha pisado tres. Su único delito fue denunciar la corrupción de sus compañeros cuando ejercía como Teniente Coronel en el ejército del país. Por este motivo, el Gobierno de Nicolás Maduro le condenó como preso político. Cuenta que en una de las prisiones la celda era tan diminuta que no había baño: "Si no estaba el vigilante, teníamos que hacer nuestras necesidades en una bolsa" y, acariciándose la cara mientras le apunta la luz, recuerda cómo estuvo ocho meses sin poder ver el sol.
También habla de uno de sus compañeros, el general Raúl Baduel, que ha fallecido recientemente en la cárcel. Entre los dos crearon una biblioteca para los presos con los libros que les iban trayendo sus familiares. En este punto, aprovecha para denunciar que Baduel murió porque le abandonaron. Según Sánchez, el general no recibió cuidados médicos. En su caso particular, sufrió una infección odontológica durante seis meses y tuvo que intervenirse él mismo con unos alicates para evitar la infección.
Una nueva vida en Valladolid
Ahora, Ruperto y su familia están a salvo en Valladolid. Gracias al que califican como "ángel de la guarda", Javier Casado, director de la Fundación +34. Esta entidad trabaja para sacar de las cárceles y ayudar a presos con nacionalidad española.
Casado expone la problemática que les ha generado el viaje de Ruperto hasta España: Tiene nacionalidad española y por eso mismo no puede acogerse a la condición de refugiado. "No podemos entender que el hecho de ser español le perjudique y no al contrario", sentencia. Además, admite que este caso en particular le conmovió por la procedencia castellano y leonesa de Ruperto. Ahora, son prácticamente familia. Se percibe el sentimiento en la complicidad que demuestran entre ambos durante la entrevista.
También cuenta que actualmente hay cuatro presos con nacionalidad española en cárceles de Venezuela y que, tres de ellos, están en busca de esa nueva vida que empiezan a construir Ruperto y su familia.