Un grupo de investigación, encabezado por David Bernardo, investiga en el Instituto de Biología y Genética Molecular las huellas inmunológicas que pueden predecir si un paciente va a cursar bien o mal la enfermedad de la COVID-19. Los primeros resultados son prometedores. Pero mientras buscaban esos biomarcadores han encontrado un hallazgo inesperado. El equipo ha visto que el sistema inmunológico de los pacientes ingresados con coronavirus sigue alterado tres meses después de recibir el alta. Las pruebas se han realizado entre más de 1.000 pacientes hospitalizados en el Clínico de Valladolid a los que se les tomó una muestra de sangre en el momento del ingreso. Bernardo destaca que "fue un hallazgo secundario que nos sorprendió muchísimo porque nuestra hipótesis es que su sistema inmune iba a estar normal y no es el caso". Hasta ahora nadie se había parado a mirar cómo estaban las defensas después de pasar una enfermedad. En este caso se encontraban como si nadie las hubiera avisado de que la lucha contra la COVID-19 ha terminado y el virus ya no está en el cuerpo.
A esta conclusión llegan después de ver esta alteración en prácticamente todos los pacientes sometidos a estudio, de una forma más acentuada en aquellos que han estado más días ingresados o han necesitado oxígeno. Todavía es pronto para saber qué implicaciones puede tener esto, pero el investigador David Bernardo apunta que podría estar detrás del coronavirus persistente.
En paralelo a esta línea de investigación, el equipo continúa con su trabajo sobre los biomarcadores para poder pronosticar si puede tener una evolución grave. Junto al CSIC están trabajando en una herramienta que permita predecir, con un 90% de fiabilidad, en 15 minutos con una simple muestra de sangre. Si todo va como esperan, este verano podrían poner este dispositivo al alcance de los hospitales.