Hace unas semanas, Castilla y León volvía de Huelva con un oro bajo el brazo, el logrado por la selección femenina en el Campeonato de España infantil. De vuelta en sus clubes, todavía no se lo creen. "Piensas '¿yo he hecho esto? Buah", reconoce Lucía Niño.

Tampoco sus entrenadores se bajan de la nube. Son el pilar de su formación, las han "criado" y las dirigen "desde que apenas sabían entrar en canasta". Ellos tienen, precisamente, una de las tareas más importantes: la de asimilar el triunfo y que se convierta en una herramienta más.

"Es muy complicado utilizar la competición en pro de la formación, y ahí está la habilidad de los formadores", explica Luisma López. Éxitos como este implican un gran aprendizaje, especialmente, cuando Castilla y León no era la favorita.

Saber gestionar la presión también es otra de las claves. "Había más nervios en la semifinal, en la final ya fue todo más rodado", recuerda Mónica Berrocal. Ellas son, ahora, el ejemplo de un modelo en cuyo centro están "las jugadoras", recorriendo así un camino por el que continuar para llegar a futuras generaciones de oro.

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