Esta nieve alivia el cereal sembrado, pero poco. El invierno ha sido muy seco, carente de precipitaciones generalizadas; y eso no ha ayudado a que crezca la cebada. Bajo la nieve, ni rastro de la futura espiga.
Los agricultores temen que se repita la historia de los años terminados en dos. La primavera decidirá si será una cosecha para olvidar.