El perfil del donante de órganos ha cambiado. Las campañas de tráfico han hecho efecto y ahora hay menos víctimas de la carretera, fuente principal de las donaciones. La estrategia de la Organización Nacional de Trasplantes cambió desde que empezó a disminuir el número de fallecidos en accidentes de tráfico.
Hoy en día puede ser útil el órgano de una persona fallecida de 80 años. Evidentemente no es el órgano de un joven pero salva vidas. Hoy otras dos alternativas. El fomento de la donación en asistolia (parada cardíaca) y la donación en vida.
Para la primera se requiere un coordinación minuciosa entre policía, 112 y equipo de trasplantes porque en este tipo de donación el tiempo es crucial. La segunda es la que suelen protagonizar familiares o incluso amigos.
La donación en vida es posible para los trasplantes renales. Una persona puede vivir perfectamente con un sólo riñón. Es el caso de Javier Cembellín (padre) y Javier Cembellín (hijo).
A los 10 años a Javier (hijo) le detectaron el síndrome de Alport, una enfermedad hereditaria que siempre acaba con un fallo renal. Los padres de Javier mantenían la esperanza de que eso fuera más tarde que temprano.
Pero con tan sólo 21 años, en una revisión rutinaria, les comunicaron que tendría que someterse a diálisis y entrar en la lista de espera para un trasplante. La solución para esta familia era otra. Javier (padre) no dudó un instante en ser el donante. Pero antes había que pasar un proceso para estudiar la compatibilidad.
Fue un proceso duro, una espera interminable. Tres meses repletos de pruebas que terminaron con un porcentaje de compatibilidad apto para el trasplante.
Desde hace año y medio Javier (hijo) ya no sabe lo que es estar a dieta para bajar los niveles de potasio. Durante el resto de su vida tomará una medicación para no rechazar el riñón que le ha donado su padre, pero ambos pueden llevar a cabo una vida totalmente normal.