Guinea ha declarado este jueves una alerta pública de emergencia sanitaria por el brote de ébola que ha acabado con la vida de más de 1069 personas en todo el mundo y ha enviado a trabajadores sanitarios a los puestos fronterizos más afectados, según ha asegurado un portavoz del Gobierno.
Se estima que alrededor de 377 personas han muerto en Guinea desde que comenzara la epidemia de ébola en marzo, en una remota región de Guinea que bordea con Liberia y Sierra Leona.
Guinea ha asegurado que el brote está bajo control en el país, pero que, al estar sus países vecinos en una situación peor, son necesarias nuevas medidas para prevenir que la infección vuelva a propagarse.
"Camiones llenos de material y personal sanitario están siendo transportados a todos los puntos de las fronteras con Liberia y Sierra Leona", ha indicado el presidente de la comisión de Ébola de Guinea, Aboubacar Sidiki Diakité, que ha apuntado que unas 3.000 personas están esperando en los 17 puestos fronterizos para poder entrar en el país.
"Todos los enfermos han sido aislados inmediatamente. La gente va a ser objeto de seguimiento. No podemos correr el riesgo de dejar entrar a todo el mundo sin antes hacerles un chequeo", ha explicado Diakité.
Sierra Leona ha declarado una emergencia nacional por ébola al igual que Liberia que tiene la esperanza puesta en el fármaco experimental ZMapp que empezará a repartir entre sus enfermos este jueves.
La farmacéutica canadiense Tekmira está explorando la posibilidad de hacer más dosis de este fármaco experimental contra el ébola, según ha asegurado el jefe ejecutivo de Tekmira, Mark Murray.
Nigeria, que ha también a declarado la emergencia nacional este jueves, ha asegurado que en su país se han detectado un total de 11 casos, todos relacionados con el primero, un doctor liberiano enfermo de ébola que llegó al aeropuerto de Lagos.
Los expertos en salud dicen que las respuestas de los gobiernos ante este brote deben ser estrictas para evitar su propagación y evitar medidas que puedan inducir al pánico.
La tarea se hace muy difícil debido a que la capacidad de los servicios de salud en los tres países más afectados por el brote se ha alargado al punto de casi llegar a desbordarse y la desconfianza de los trabajadores sanitarios en algunas comunidades rurales es alta.
Además, 170 trabajadores de la salud se han infectado y al menos 81 han muerto, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Tres de los muertos están en Nigeria.