Si ha viajado últimamente a Portugal puede que haya caído en sus manos una moneda de dos euros y medio. Un resquicio legal permite a los países de la Unión Europea emitir monedas de euro coleccionables siempre que su valor sea diferente de las monedas que ya existen.
Y aunque se acuñan para coleccionistas, se pueden utilizar. Eso sí, en su país de origen. Un comerciante español no tiene por qué aceptar una moneda de dos euros y medio de Portugal.
Este tipo de monedas son más frecuentes de lo que nos pensamos. En España hay monedas de cinco de euros de cada una de las ciudades de nuestro país, de 30 para homenajear a Cervantes, o para recordar al Cid Campeador. Con ellas podríamos ir de compras aunque nos saldría caro. Adquirirlas, con certificado y para coleccionistas, cuesta más dinero que su valor real.
La tecnología ha avanzado tanto, que las monedas, al igual que los billetes, también tienen su sistemas de seguridad. En la de cinco euros que se ha puesto en circulación en Alemania consiste en un aro azul. Pero también se pueden utilizar hologramas.