De los 170.000 diabéticos que hay actualmente en Castilla y León, 700 son niños. La mayoría de ellos tienen diabetes tipo 1, es decir, necesitan más controles. Con ese medidor continuo el seguimiento es más sencillo y menos doloroso.
Con el sistema flash, los pacientes se colocan un sensor que se inserta en la piel y mide la glucosa entre las células. Ese sensor envía la señal a un dispositivo receptor que ofrece la lectura en pantalla o bien a un teléfono móvil. Al no estar financiado, supone una inversión de 120 euros mensuales por paciente.
En el caso de los niños es todavía más ventajoso, porque se reducen los pinchazos de más de diez, a tres, y porque tanto los padres, como los endocrinos que los tratan, pueden ver en el aparato el resultado de las mediciones de manera continúa.
Justo el día que algunas ssociaciones de diabetes de Castilla y León, han entregado en la Consejería de Sanidad 70.000 firmas solicitando la financiació de este sistema, el consejero de Sanidad ha informado que a lo largo de este año se incluirá en su cartera de servicios sanitarios el medidor continuo de glucosa para los menores de 18 años. Los mayores tendrán que esperar.