Estos días Valladolid es la capital nacional de los farmacéuticos hospitalarios. El Congreso que reúne a más de 1.200 personas pretende ser un núcleo de encuentro en el que compartir experiencias y crecer como profesionales.

Los farmacéuticos hospitalarios se enfrentan a nuevos retos porque, tal y como ellos mismos reconocen, la atención sanitaria ha cambiado y está cambiando. Desde la percepción que el propio paciente tiene sobre su enfermedad y los posibles tratamientos, gracias a la información que puede encontrar en internet, hasta la aparición de nuevos tratamientos, más complejos, más eficaces y también más caros.

Durante los últimos años el perfil del paciente que atienden ha cambiado. Desde hace dos décadas ha aumentado el número de pacientes externos, los que no están ingresados en el hospital. Son personas con enfermedades crónicas como SIDA, hepatitis, esclerosis múltiple. Este tipo de pacientes se lleva más de la mitad del presupuesto de las farmacias hospitalarias. Un 30% de ese dinero va destinado a los pacientes ambulatorios, en su mayoría personas en tratamiento por procesos oncológicos. Y sólo el 15% se destinado a los pacientes que están ingresados en el propio hospital.

Uno de los objetivos de estos profesionales es intentar evitar que el paciente llegue al hospital. Tarea complicada teniendo en cuenta que el 56% de los pacientes no cumple con su tratamiento. De ellos sólo un 13% percibe que se está tomando mal la medicación.

Son porcentajes que derivan en reingresos hospitalarios y en un mayor coste sanitario. De hecho, de los pacientes que vuelven a ingresar en el hospital 30 días después de haber recibido el alta, el 40% se debe a que no han cumplido con el tratamiento que se les ha prescrito.