Juanma García / rtvcyl
No todo es correr en Cuéllar. Hay que recuperar las fuerzas perdidas. El almuerzo más contundente, dice llamarse "el del Segador".
Una tradición que se remonta a más de medio siglo. Cuando los labradores acercaban las viandas al surco al resto de segadores. Entonces, fuera verano o invierno, se gastaban muchas calorrías en las tareas agrícolas. Cosechar, recoger gavillas o desgranar la paja del trigo eran oficios tan artesanos como duros.
Hoy en día, para los restaurantes de Cuéllar es todo un negocio. Entre precios que pueden oscilar entre los 8 y los 11 euros, hay quienes en 2 ó 3 horas recaudan hasta 6.000 euros.
Es la recompensa a quien trabaja en fiestas, y la tranquilidad de tener un buen sustento alimenticio a quienes llegan derrotados de correr por las calles cuellaranas.