Los 18.000 metros cuadrados construidos han sido testigos de infinidad de momentos desde que se puso en pie a principio de los años noventa. Comenzó siendo un sanatorio de dimensiones gigantescas dedicado al cuidado de personas con tuberculosis. Antes de ser clausurado a finales de los años sesenta se reinventó como un colegio para niños con discapacidad. El mínimo uso que se le dio antes de caer en decadencia fue con la celebración de Pingüinos en el año 2004, ya que los asistentes al evento motero usaban sus aseos con normalidad.
Hasta ahora, el edificio solo ha sido peregrinaje de curiosos, grafiteros, amantes de lo paranormal o jóvenes con botellas de alcohol en mano. El ayuntamiento de Boecillo ha decidido alquilarlo por 2,7 millones de euros durante un periodo de 60 años. Hablamos con el alcalde, Raúl Gómez, para conocer qué usos se le podría dar a estas cinco plantas de cemento. También con los vecinos del pueblo. Aún siguen sin encontrar a personas realmente interesadas pese a que la licitación saliese en agosto. Volverán a probar suerte antes de que finalice el año para resucitar este antiguo hospital que parece estar condenado al olvido.
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