No es lo mismo impartir clase, que operar a corazón abierto. Ni conducir un autobús, que presentar un informativo. Cada trabajo tiene sus complicaciones y genera un tipo de cansancio. A unos les duele la espalda y a otros la cabeza. En unos empleos cuenta la experiencia y en otros prima la fuerza física. Si se retrasa la edad de jubilación a los 67 años, algunos lo van a notar más que otros. Por ejemplo, el gremio de operadores de grúa.
"Este trabajo requiere habilidad y fuerza física, pero sobre todo, concentración y estar al 100% mentalmente. Hay muchas personas a tu alrededor y puedes poner su vida en peligro, más cuando realizas operaciones de gran tonelaje y en alturas elevadas donde se viven situaciones críticas y de mucho riesgo", nos relata Víctor Furones, un operador de 50 años que lleva 17 como gruísta.
Dos años se notan mucho
Aunque sólo son dos años, ese tiempo marca la diferencia. "Se notan muchísimo, más cuando se pierden facultades. Si hay que tener vista, oído y buen pulso, a esas edades, por mucho que queramos, se van perdiendo las tres cosas. Sería una temeridad por parte de las empresas mantenerlos en sus puestos de trabajo, y ellos mismos, así lo entienden, lo reconocen y lo piden cuando llega el momento", asegura el director de Logística de Grúas Valladolid, Eduardo Laherrán. "Es más, nunca en esta empresa se ha jubilado ningún gruísta a los 65 años, todos se han jubilado antes, entre los 61 y los 63 años", añade. Retrasar su edad de jubilación a los 67 años resulta cuanto menos paradójico.