INTERNACIONAL

El lenguaje que evita crisis diplomáticas

Es clave para evitar que escalen los conflictos, por eso tiene que ser minucioso y muy bien elegido

Roberto Caubilla

El año empieza con la relación tocada entre España e Israel o la expulsión de espías de EE. UU. del Cuerpo Nacional de inteligencia. Son las últimas crisis diplomáticas de España. El lenguaje diplomático ahí es clave para calmar las aguas. Con sus peculiaridades. Por eso tiene que ser minucioso y muy bien elegido.

"¿Cómo puedo decir a un país que me estás molestando? Convoco al embajador, el siguiente paso es llamar a consultas a nuestro propio embajador", explica Javier Fernández, director de Atalayar.

"Es decir, no me gusta el tratamiento: embajador, vente por aquí que vas a estar en nuestro país para demostrarle al otro país que no estamos", añade Alfredo Rodríguez, director del Máster en Políticas Públicas de la UNIR.

Y eso puede durar semanas o meses, como ya ocurrió en otros casos con Cuba, Venezuela o Nicaragua, entre otros. Esas situaciones, no amigables, son el sentido del lenguaje diplomático, no tanto para prevenir sino para que no escale el conflicto.

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