En España, de media, las mujeres son madres a los 32 años. Antes de tener hijos prefieren tener estabilidad laboral, económica y de pareja. Todos esos factores son los que están retrasando la maternidad.
Esas mujeres, que tienen claro que quieren ser madres pero más adelante, deben saber que a partir de los 37 años la reserva de óvulos cae de manera drástica. Las posibilidades de quedarse embarazada también disminuyen.
La congelación de óvulos es una alternativa. Los ovocitos hay que extraerlos y congelarlos cuando la mujer tiene reservas suficientes. "Antes de los 35 años es lo deseable", explica Ángel Santaolaya, director médico de la Clínica Recoletos de Valladolid. "Pero hay posibilidades hasta los 37 años de poder hacerlo en condiciones aceptables".
En esta clínica, en los últimos tres años, han notado cómo se ha multiplicado por nueve el número de casos de criopreservación por indicación social. Es decir, por cuestiones laborales o económicas.
La técnica de vitrificación es reciente. Hay experiencia en la congelación de semen pero el óvulo es mucho más delicado. Los ovocitos se introducen en un material criopreservado a 196 grados bajo cero para que la descongelación no conlleve riesgos. En realidad el proceso es como el de una FIV (fecundación in vitro) aunque, en vez de congelar embriones se congelan ovocitos.
Técnicamente hablando, los óvulos congelados no tienen fecha de caducidad. "Normalmente permanecen congelados tres, cuatro, seis años. Que es el plazo que se marcan muchas mujeres para ser madres desde que deciden someterse a esta técnica. Hay quien vitrifica directamente sin tener pareja". Hay tres posibilidades para los óvulos que al final no se han implantado en la mujer: se descongelan, se donan, o destinan a la investigación.
Todo el proceso, en esta clínica, cuesta 4.300 euros. La congelación de óvulos también se hace en la Seguridad Social y de manera gratuita, pero sólo a mujeres jóvenes con una enfermedad grave que en un futuro desean ser madres.