Rusia se pregunta este martes qué falló en la seguridad del aeropuerto más importante del país. El presidente Dimitri Medvedev ha exigido dimisiones en el ministerio del Interior y de los responsables del aeródromo en el que el atentado suicida acabó con la vida de 35 personas y dejó heridas a otras 120, 43 de ellas muy graves.
La explosión que tuvo una potencia equivalente a más de cinco kilogramos de trilita, se produjo en el vestíbulo situado entre la salida de los pasajeros procedentes de vuelos internacionales y una cafetería. Según las últimas investigaciones el atentado lo perpetró una mujer acompañada de un hombre, del que se ha recuperado la cabeza. Parece que su intención era activar la bomba por control remoto y huir en coche con uno o varios colaboradores que les esperaban en el aparcamiento próximo al aeropuerto, pero algo falló.
El ataque recuerda a otros atentados cometidos por los terroristas del Norte del Cáucaso, como el del metro de Moscú en marzo de 2010. Las sospechas se centran en este movimiento islamista fundamentalista nacido en la guerra de Chechenia que lucha por un estado independiente y que puede ser una amenaza de cara a los juegos de invierno de 2014.