En sus más de dos décadas en el poder Vladimir Putin siempre ha tenido a Ucrania en el punto de mira recelando de los acercamientos de este país a la Unión Europea y a la OTAN. Se cree que Rusia estuvo detrás del envenenamiento en 2004 que casi mata al expresidente ucraniano Victor Yusehnko. A Yusehnko le sustituyó en 2010 Víktor Yanukovich, prorruso y autoritario. Rechazó el acuerdo de Asociación de Ucrania con la Unión Europea, lo que provocó las protestas del Maidán de 2013 que el gobierno ucraniano reprimió con dureza. Yanukóvich terminó huyendo a Rusia. En medio de la revuelta, tropas rusas sin identificar entraron en el Este del país y en la península de Crimea. Putin se anexionó este último territorio en marzo de 2014, mientras que alentó una guerra civil separatista en el Donbás que dura hasta hoy y que ha dejado más de 14.000 muertos, entre ellos los 300 ocupantes de un avión civil de Malasyan Airlines derribado por prorrusos en julio de 2014. Desde entonces los ucranianos han elegido a dos presidentes pro europeos que han acercado de nuevo a su país a la OTAN.

Moscú ha protestado porque dice que así ve peligrar la seguridad de su territorio y ha mantenido el apoyo a los separatistas y se ha negado a devolver Crimea, a lo que la Unión Europea y Estados Unidos han contestado con sanciones económicas. No han surtido efecto. El pasado diciembre Putin comenzaba a preparar el ataque con el despliegue de decenas de miles de tropas junto a Ucrania, unos efectivos que ya han entrado en acción.