Desde que un donante dona su sangre hasta que ésta llega a un paciente hay todo un proceso de verificación que se inicia en el Centro de Hemoterapia y Hemodonación de Castilla y León y termina en el mismo momento de la transfusión.
A diario hospitales como el Clínico de Valladolid solicitan sangre al Centro de Hemoterapia y Hemodonación. Ya tienen establecido un consumo histórico y en base a él hacen la petición aunque también depende del número de intervenciones quirúrgicas que haya o del número de pacientes con otras patologías que necesiten una transfusión.
Normalmente a este centro hospitalario llegan por la mañana alrededor de 30 unidades de componente sanguíneo. Bolsas que pueden contener hematíes, plasma o plaquetas. En cuanto las reciben en el departamento de hematología se comprueba que lo que pone en la etiqueta es cierto. Es decir, se verifica nuevamente el grupo sanguíneo y se clasifican de tal manera que se pueda disponer de las que vayan a caducar antes.
Todas estas bolsas se almacenan a diferentes temperaturas y tiene una durabilidad. Los hematíes duran 42 días. Las plaquetas una semana y a 22 grados centígrados. Y el plasma puede permanecer en un congelador durante dos años a una temperatura de 30 grados bajo cero.
Pero ahí no acaban todas las pruebas. Cuando un paciente, del que ya se conoce su grupo sanguíneo, necesita sangre, hay que comprobar si la que va a recibir no la va a rechazar. Hay que enfrentar el suero del enfermo con los hematíes de cada una de las bolsas que vaya a poder recibir. Si esas pruebas dan negativo significa que la compatibilidad es correcta.
Con una PDA se verifica de nuevo que la sangre que va a recibir es la idónea, justo antes de que empiece la transfusión. Aquí no cabe margen de error porque transfundir a un paciente con sangre que no le corresponde puede acabar con su vida.
Los pacientes de quirófano no son los únicos que reciben sangre. Gran parte de los enfermos hematológicos y oncológicos demandan en el transcurso de su enfermedad distintos componentes sanguíneos.
Donar es un gesto altruista, pero los hospitales pagan al Centro de Hemoterapia y Hemodonación por esa sangre. Los distintos componentes sanguíneos pasan por diferentes análisis de verificación, mantenimineto, transporte. Todo un engranaje de organización que el año pasado al Hospital Clínico de Valladolid les costó más un millón y medio de euros.