Frente a la profunda religiosidad de la Semana Santa leonesa, calificada de Interés Turístico Internacional, León exhibe estos días otra cara solanesca y báquica en sus tabernas y en la procesión pagana del Entierro de Genarín.
Paralelamente a las tradicionales procesiones, la Semana Santa de León festeja otras celebraciones populares que reúnen a los mayores aficionados a las bebidas alcohólicas, entre las que destaca la típica "limonada" que, según cuenta la leyenda, está ligada a la expresión "matar judíos".
Cuando un amigo le dice a otro "vamos a matar judíos" no se refiere a asesinato alguno, sino que se trata de una invitación a beber limonada.
La tradición oral mantiene desde la Edad Media este dicho, hoy políticamente incorrecto; la limonada de pascua, elaborada con vino tinto o blanco y rebajada con agua, a la que se le acompaña limón, azúcar, canela y frutas, recuerda en los bares de León el momento de la expulsión de los judíos, decretada por Felipe IV en el año 1606.
Aunque la expresión es comprometida, lo cierto es que no tiene connotación xenófoba, puesto que hace referencia como mero apunte histórico a las tensas relaciones entre cristianos y judíos que tuvieron ambas confesiones en la Edad Media en la ciudad de León.
Entre las múltiples teorías acerca de esta bebida típica de la semana de Pasión leonesa, se cuenta que, llegadas estas fechas, los cristianos leoneses responsabilizaban a los judíos de la muerte de Cristo y alguna vez se vengaron acudiendo armados a la judería y cometiendo una terrible sangría: de ahí que esta peculiar limonada recuerde al refresco veraniego elaborado con vino y frutas.
"Una excusa" para acercarse a la bebida
Lo cierto es que toda tradición supone "una excusa" para acercarse a la bebida, como afirma el escritor Julio Llamazares, quien en 1981 escribió el libro "El Entierro de Genarín. Evangelio apócrifo del último heterodoxo español", cuyo protagonista está también íntimamente relacionado con la Semana Santa.
En esta obra, Llamazares recoge "el primer evangelio de la figura de Genarín", donde se recuerda la leyenda de un vagabundo, aficionado a la buena vida, al orujo, a las mujeres y los burdeles, que murió un Jueves Santo a principios del siglo XX atropellado por un camión de basura de la ciudad de León "mientras hacía sus necesidades mayores o menores detrás de un cubo, o dormía la borrachera detrás, no se sabe exactamente", afirma el escritor.
Además, a Genarín se le atribuyeron diversos milagros a partir de ese momento, como la redención de una prostituta que tenía su casa justo enfrente de donde este personaje había muerto.
Más leyendas
Otro de los milagros atribuidos a este personaje de leyenda es la cura de un enfermo de riñón, quien "expulsó una piedra del tamaño de un huevo después de beber el orujo de Genarín".
También se le atribuye "La maldición del Sereno de San Lorenzo", cuando un ladrón de ofrendas, que trepaba por la muralla leonesa para robar orujo, queso, pan y naranja que los devotos dejaban (a Genarín) cada año en la hornacina de la misma, resbaló y cayó, quedándose inválido por castigo de Genarín.
Incluso el ascenso de la Cultural y Deportiva Leonesa a la primera división de fútbol en los años 50 se relacionó con un milagro de Genarín, a cuya procesión de la noche del Jueves Santo asisten cada año miles de personas con alto grado de embriaguez para rendirle honor.
"La gente intenta mantener la pureza de Genarín como las demás procesiones, pero es una disculpa para hacer botellón callejero", añade el escritor.
Tradiciones, costumbres y creencias, algunas de ellas más o menos dogmáticas o profanas, acompañan durante estos días a la Semana Santa leonesa, donde Llamazares confiesa "estupor y asombro" tras observar y describir que "gente no religiosa lleve a cuestas un Cristo de cuatro toneladas y, después, esas personas se quiten la capucha y apoyen el bastón en la máquina tragaperras de un bar, pasando directamente de la devoción a la limonada".