El tratamiento de los casos de desaparecidos ha dado un vuelco en la última década. No había drones para la búsqueda, no se organizaban batidas y los afectados se sentían desamparados. Esa lucha solitaria fue la que impulso SOS Desaparecidos. A día de hoy sus mensajes corren como la pólvora y llegan a millones de personas.

Activan alertas casi a diario. "Desde que recibimos la documentación, hasta que subimos la alerta, una vez que ha sido contrastada con la familia, podemos estar hablando de 20-25 minutos", nos cuenta, Joaquín Amills, portavoz de SOS Desaparecidos.

Prestan atención psicológica, jurídica, pero también colaboran con criminólogos o detectives. Se han implicado en el caso de Traspinedo en Valladolid. Un día después de la desaparición de Esther López, recibieron el caso de Miguel; se le perdió la pista en la localidad de Miguel Esteban, en Toledo. A siete kilómetros de su casa. "Ya no se sabe nada de él. Ese mismo día, aparece su vehículo en la localidad cercana tanto a la Puebla de Almoradiel, como a Miguel Esteban. Aparece su furgoneta", asegura el portavoz de la familia de un desaparecido, Clemente Villaseñor. Es el portavoz de una familia, nos dice, destrozada. 

Desde SOS Desaparecidos reclaman cambios en la legislación. "Muchas veces nuestros cuerpos de Policía se ven frenados en la investigación porque el juez de guardia no autoriza la geolocalización de un móvil", lamenta, Joaquín Amills, portavoz de SOS Desaparecidos.

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