Dos años después de la caída de Hosni Mubarack las masas vuelven a derrocar a otro presidente de Egipto. Mohamed Mursi ha sido depuesto por un golpe de Estado de los militares apoyados por manifestaciones multitudinarias en las principales ciudades del país. Así el primer mandatario egipcio elegido por las urnas apenas ha durado un año en el poder.
Egipto regresa a la interinidad política. El hasta ahora jefe del Tribunal Constitucional Adly Mansur ha tomado posesión como presidente interino del país. Ha anunciado la convocatoria de elecciones en los próximos meses para cerrar el periodo abierto por el golpe de Estado de los militares. Así, el islamista Mohamed Mursi apenas ha durado un año al frente del Gobierno y ya a los seis meses tuvo que hacer frente a fuertes protestas. Esa oposición se ha intensificado en las calles desde hace cuatro días y a la que se ha sumado el ejército. El lunes le dieron 48 horas a Mursi para que cambiara de política.
Ha sido el ministro de Defensa y jefe del Ejército el que acababa con el mandato de Mursi, quien se encuentra detenido al igual que trescientos altos cargos de su partido, los Hermanos Musulmanes. La agenda islamizadora de esta formación es la que ha propiciado el descontento masivo.
Tras la caída de Mubarak y la corta transición Mursi se presentó a las elecciones como un candidato moderado, pero centró la política del país en los preceptos musulmanes desatendiendo la economía y la seguridad ciudadana, lo que ha hundido las finanzas egipcias y ha espoleado a la criminalidad. Miles de sus opositores han celebrado su caída en todo el país. En varios puntos han sido atacados por seguidores de Mursi. Hay al menos 14 muertos y decenas de heridos.