FIESTAS | ZAMORA

Intercambio de disfraces y pellizcos para celebrar el carnaval

  • Los vecinos de Villanueva del Valrojo se resisten a perder la tradición de los antruejos, personajes anárquicos en los que todo el mundo se puede convertir durante unas horas.

Ical

"Los mozos sin seso por San Antón corren el antruejo". Así reza el refrán que de generación en generación se ha ido transmitiendo en la pequeña localidad zamorana de Villanueva del Valrojo, donde sus 150 vecinos y los muchos jóvenes que un día se vieron obligados a dejar el pueblo se resisten a perder una tradición ancestral de los Carnavales: los antruejos.

Los jóvenes y los niños corren estos días haciendo sonar los cencerros que se cuelgan de la cintura y repartiendo pellizcos a diestro y siniestro. Antes, según recuerda Carlos Andrés, uno de los empeñados en conservar esta fiesta, los disfrazados tenían derecho a casi todo y más de uno se "ponía las botas" a la hora de "castigar" a las mujeres, "que en tiempo de nuestros padres no se podían disfrazar".

Ataviados con trajes coloristas y enmascarados con caretas elaboradas a base de cuero y papel pintadas por ellos mismos, los antruejos son unos personajes anárquicos y atípicos en los que todo el mundo se puede convertir por unas horas.

Así, los vecinos dejan sus trajes en "el pajar del Carnaval" y cualquiera tiene derecho a embutirse en ellos a lo largo de la tarde. "Esa es la gracia, nadie te puede reconocer, porque el mismo disfraz lo pueden usar distintos vecinos en distintos momentos", comenta Carlos, que esta tarde, como todos los años que puede, encabeza una de las improvisadas procesiones de antruejos que portan dos correajes con treinta cencerros.

Otros personajes que forman tan singular desfile son ‘los monos’, que rellenan su cuerpo con paja y se convierten en gigantes, aumentando su tamaño con armazones y colchas antiguas. La estrambótica comitiva recorre durante toda la tarde las calles del pueblo. A las 18 horas, animados por una charanga, todos los vecinos se reúnen en el ‘Antruejo’, la sala nueva sala multiusos, y meriendan chorizo, empanada y carne que ha preparado en el Ayuntamiento. Respuestas las fuerzas, la fiesta continuará con una verbena.

El martes de Carnaval concluirá en Villanueva del Valrojo esta medianoche con el desfile de los diablos con sus cuernos de ciervos y su careta de oveja. Antes portaban azufre, que en los últimos años ha sido sustituido por incienso.

Como en toda buena fiesta, tampoco falta un plato típico. En este caso son las fiyuelas, un postre elaborado a base de huevos, harina, azúcar, leche y aguardiente, similar a los buñuelos. Además, también están presentes los chorizos. La tradición dice que el lunes de Carnaval los jóvenes recorren todas las calles pidiendo dinero o comida para después realizar una cena. Una de las viandas más típicas es el chorizo, por lo que algunos no dudan en gastar bromas cuando embuten durante la matanza y utilizar algún que otro calcetín viejo.

Petición para ser fiesta de interés turístico

Con el fin de consolidar aún más este rito ancestral, del que se conservan documentos escritos del año 1841, aunque algunos estudios lo remontan a la Edad Media, en dos ocasiones se ha solicitado a la Junta su declaración como Fiesta de Interés Turístico Regional. "La última vez, lamentablemente, nos han argumentado falta de originalidad y que se trata de una fiesta que no arrastra mucho turismo. La verdad es que no podemos estar más en desacuerdo y más si tenemos en cuenta las numerosas casas de turismo rural que hay por la zona. Ya hemos desistido y ahora seremos nosotros los que seguiremos luchando y divirtiéndonos con esta fiesta", asevera Andrés.

En este pequeño pueblo zamorano, pegado a la Sierra de la Culebra, jamás han dejado de sonar los cencerros, "ni durante el franquismo", recuerda Acacio, uno de los vecinos más veteranos. "Después de la Guerra Civil había que tener cuidado porque enseguida te encontrabas con una pareja de guardias y tenías que regresar a casa. En aquellos difíciles años se llegaron a poner multas de 50 pesetas, entonces un dineral, por ponerte una máscara", rememora.

Angelines, otra de las veteranas de Villanueva del Valrojo, recuerda "que te podían pellizcar en cualquier parte del cuerpo y había mucho picarón, y también nos pintarrajeaban la cara". Eran otros tiempos, ahora, hombres y mujeres, niños y adultos participan en una fiesta "mucho más tranquila".