Este lunes se ha celebrado el Día Internacional de los Voluntarios con el objetivo de fomentar que las personas que quieren ayudar a los demás encuentren vías para hacerlo. Precisamente Unicef ha hecho un llamamiento urgente porque la situación es muy complicada en países como Somalia o en Afganistán. Allí están ante las peores cifras de desnutrición, incluso aseguran que estamos ante una situación sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial.

En Cuestión de prioridades les contamos dos historias de dos voluntarios que, en estos tiempos difíciles de valores perdidos, nos permite creer en el ser humano. Ella es Inés Tabarés, tiene 25 años, es pedagoga terapeútica y esta es su trayectoria como voluntaria: 

Comenzó a los 16 años en el Banco de Alimentos, después pasó al Centro Loyola de los Jesuitas de Valladolid donde ha trabajado y ayudado en casas de acogida con niños, con enfermos de Sida, ha estado en cárceles, con personas con discapacidad en la Fundación Personas. También ha sido voluntaria en cooperación al desarrollo en países como Perú o en la República Dominicana, donde ha estado hasta el año pasado. Actualmente trabaja en Red Íncola en el programa “calor y café” con migrantes a los que da clases de español y talleres formativos.

Diego Vázquez tiene 49 años, es ingeniero de montes y en su caso esta vocación le llegó un poco más tarde, con 35 años. Desde entonces no ha parado de colaborar con la Red Incola en el programa café solidario y dos veces por semana, cuando llega a casa de trabajar deja a su familia y a las 9 de la noche se va con otros compañeros de ruta por las frías calles de Valladolid, sobre todo estos días para dar café, mantas, ropa térmica, sacos de dormir a las personas sin hogar. Una labor que dirige Inés.