Chema lleva ligado al mundo de la noche 44 años, toda una vida. Pese al fin del toque de queda no se plantea abrir su discoteca. Las restricciones para la hostelería nocturna desvirtúan la idea de discoteca, algo que dificulta que se quiera subir la persiana: "Un tanto por ciento de aforo ridículo, sin pista de baile, sin poder levantarte del asiento, casi para los clientes es una especie de humillación", explica.
Antes de la pandemia había en Castilla y León más de 800 locales de ocio nocturno, 14 meses después, uno de cada cuatro ha cesado su actividad. Para los bares de copas, la solución es un parche y abogan por una mayor permisibilidad con los horarios en terraza. Con el fin del toque de queda la gente podrá seguir en la calle y eso creen que generará reuniones sociales problemáticas como los botellones.