Tres líderes de la oposición entran en el Gobierno tunecino tras 23 años de dominio absoluto del depuesto Abidine Ben Alí. El primer ministro Mohamed Ghanouchi ha preparado un gabinete de transición hasta que se convoquen elecciones en el que dará carteras a hasta ahora enconados rivales suyos como el presidente del partido Ettadijd, Ahmed Ibrahim.
Con esta decisión llega algo de tranquilidad, aunque sea en las zonas que patrullan soldados fuertemente armados. En el centro de la capital, la policía ha dispersado con augua y gas lacrimógeno una manifestación que pedía que el RCD, el partido de Ben Alí y de Ghanouchi, quede fuera del nuevo Ejecutivo.
Patrullas vecinas para evitar saqueos
Aparte de esa marcha, las protestas de la Revolución de los Jazmines han amainado, aunque no así los saqueos aprovechando el desconcierto general. Los tunecinos han decido echarse a la calle con bates de béisbol, varas o cualquier cosa que han encontrado para vigilar sus barrios.
“Hemos venido preparados, la gente se ha traído lo que tenía, algunos han salido con palos y otros han amontonado piedras”, le cuenta a Reuters un vecino de Monastir, a escasos kilómetros de la capital tubnecina.
Lo que nadie quiere proteger es el legado Abidine Ben Alí y de su familia. Ell palacete del yerno del ex presidente ha terminado prácticamente en ruinas después de que lo asaltase una multitud que lo ha incendiado parcialmente. Es una muestra más del odio viceral hacia su familia que crece según pasan los días tras su huida este viernes.
Con lingotes de oro como equipaje
Tampoco ayuda a mejorar la percepción de los Ben Alí el modo en que se fueron. Según Le Monde, los servicios secretos farnceses han averiguedo que la mujer del manadatario depuesto Leila Trabelsi, sacó del Banco Central de Túnez una tonelada y media de lingotes de oro antes de escapar a Arabia Saudí.