Si no supieramos que se llama Yuri Méndez, que nació en León y durante el concierto no hubiera dicho una sola palabra, creeríamos que Pajaro Sunrise nació en Texas. Su barba y su lamento folk nos habrían engañado.
Sucedió el pasado sábado, en el Neu!Club de Madrid, todo un acierto de sala (la Galileo) para un directo tan tranquilo e intimista como el que proponía su invitado: Pajaro Sunrise, que se acercó a presentar su tercer álbum de estudio, 'Old Goodbyes'.
Curiosamente en uno de los carteles de la puerta le habían clasificado como indie, ese enorme saco que nos empeñamos en seguir utilizando como etiqueta de género musical, cuando hace años que ya no lo es.
Pajaro Sunrise bien podría enmarcarse dentro del folk de raíz americana, con guiños al country y al blues, pero adornado con un acordeón y un violín que le alejan en bastantes ocasiones de los más ortodoxos del género.
Su directo es atmosférico, perfectamente calibrado con sus cinco músicos, que bordan a la perfección su papel, como en una pista de estudio bien arreglada. El violín hizo las veces de banjo y el acordeón parecía, a veces, sacado de una composición de Yann Tiersen.
La voz de Yuri -¡cómo se parece a la de Jero Romero!- encaja a la perfección en esas canciones tan sureñas, tan melancólicas y quejicas, y algunos compases recuerdan a los Ocean Colour Scene más transoceánicos.
Sus referencias, las de Yuri, son, claro está, otras. Los demostró con esa versión de 'Going Home' de Dan Auerbach que interpretó a solas con su guitarra sobre el escenario, igual que 'Old Goodbyes'.
Aún así, sonó envolvente, cautivador y se metió a un público silencioso y atento en el bolsillo desde la primera canción. Tres discos a la espalda y sigue sonando a nuevo valor; del indie o qué se yo.