Con estos precios, ir a la gasolinera se ha vuelto un quebradero de cabeza. Pero qué puede hacer el Gobierno para amortiguar esto en nuestro bolsillo. Con un billete de cincuenta euros, pagamos el coste de la materia prima, la logística, el margen para la gasolinera... pero, sobre todo, impuestos. La mitad lo son. Es una de las peticiones al Gobierno, que reduzca estas cargas.

Cada litro de carburante tiene unos impuestos y unas tasas fijas. El primero es el especial de hidrocarburos que supone 47 céntimos para gasolina o 38 para diésel. También grava el impuesto sobre ventas minoristas del estado. Casi 2 céntimos y medio por cada litro.

Además, hay una tasa al consumo de carburantes, lo que antes conocimos como céntimo sanitario. Desde 2019 supone algo más de 7 céntimos. Y esto va íntegramente a las arcas de la comunidad autónoma. 

Esto supone que cada litro de carburante que repostamos tiene una tasa fija de 56 céntimos, a lo que hay que sumar el precio de mercado de ese día y el 21 por ciento de IVA.

Precisamente lo que recauda este último tributo se reparte a partes iguales entre Estado y Comunidades, y es otro al que el Gobierno podría aplicar tijera, siguiendo el ejemplo de Polonia, que lo ha bajado del 23 al 8%. En Francia o Portugal han optado por subvenciones.

En España ya sucedió con la luz. El Ejecutivo cambió en septiembre el IVA al 10%, eliminó el impuesto a la generación y redujo el impuesto especial de la electricidad. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha anotado que el Consejo de Ministros aprobará el 29 de marzo el plan nacional de respuesta a las consecuencias económicas de la guerra y afectará a la luz y los combustibles. 

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