En Brasil continúa el goteo de víctimas mortales por las inundaciones. Ya han fallecido más de 500 personas y las autoridades temen que esta cifra aumente cuando se identifique a los desaparecidos.
Además unas 10.000 personas se han quedado sin hogar. Cientos de ellas se hacinan ahora en pabellones y campamentos improvisados.
El centro de la ciudad de Teresópolias, una de las tres ciudades más afectadas ha quedado compleatamente destrozado.
Los vecinos que han sobrevivido intentan identificar los cadáveres de sus familiares para poder enterrarlos.
Esta tragedia, la peor que recuerda el país, es la primera prueba que debe afrontar el nuevo gobierno de Dilma Rousseff, que tras visitar la zona afectada ha reiterado el envío de ayuda y el apoyo a las autoridades estatales en las tareas de rescate y de reconstrucción.
De momento, los bomberos buscan entre los escombros supervivientes y más cadáveres ante la amenaza de más lluvias torrenciales.