El conflicto entre las dos Coreas se enquista en una calma tensa. El Parlamento de Seúl condena el ataque y, aunque no exige tomar represalias inmediatas, sí cree que hay responder a las provocaciones de Pyongiang.
La gestión de esta crisis se ha llevado por delante al Ministro de Defensa surcoreano, que ha presentado su dimisión.
En una reunión de urgencia convocada por el Presidente Lee Myung Baak, se ha acordado reforzar las tropas en el Mar Amarillo. Con el apoyo de Estados Unidos pretende hacerse fuerte frente a Corea del Norte. China, principal aliado de Pyongiang, observa con preocupación, y llama a la calma a ambas partes.
La mayoría de los 1.700 habitantes de la isla bombardeada han sido evacuados pero algunos grupos se han quedado para colaborar en las tareas de limpieza. Hay una veintena de viviendas completamente destrozadas y no hay suministro eléctrico.
Al mismo tiempo, surgen las especulaciones en torno a la visita que el dirigente norcoreano Kim Jong Il y su hijo y sucesor, Kim Jong Un, hicieron sólo unas horas antes a la base militar desde la que se lanzaron los proyectiles. Y más que un gesto, Corea del Norte dice no a la oferta de diálogo de la ONU.