FIESTAS TRADICIONALES

El Zarrón vuelve a salir por las calles de Almazán, Soria, para cumplir con la tradición en su bicentenario

Se trata de una celebración con simbología pastoril en la que parejas ataviadas con los trajes típicos representan danzas del siglo XVIII

Europa Press

La localidad soriana de Almazán ha vuelto a celebrar su fiesta del Zarrón, como cada 17 de mayo, declarada de Interés Turístico Regional, dentro de las fiestas de San Pascual Bailón.

Se trata de una celebración con simbología pastoril en la que parejas ataviadas con los trajes típicos representan danzas del siglo XVIII, mientras las figuras armadas con rabos de zorro las flanquean.

Este rito se vincula a la Cofradía de San Pascual Bailón que este año cumple 200 años. Algo que ha hecho más especial esta jornada, al descubrirse la estatua dedicada al Zarrón en la Plaza Mayor de la localidad, una sorpresa para vecinos y visitantes.

El alcalde de la localidad, José Antonio de Miguel, junto a la Corporación municipal y otras autoridades como el delegado territorial de la Junta, Manuel López Repesa, el presidente de la Diputación, Luis Rey, y otros diputados provinciales, han presidido el acto.

A las 12.00 horas se ha celebrado la misa en honor del Santo y su posterior procesión con San Pascual, antes de dar paso a la actuación de danzantes y zarrones ante centenares de visitantes y vecinos de Almazán.

Reparto de 'Soparra'

Después de guardar al santo, se ha repartido la tradicional soparra, realizada con miga de pan remojada con vino, azúcar y canela y servida en colodras labradas artesanalmente, una especie de cuernos que portan los zarrones.

El Zarrón es la figura protagonista central de la fiesta. Un grupo de hombres ataviados con chaquetas y pantalones de piel y un elegante sombrero negro o marrón oscuro al que se le ha incrustado grandes plumas de faisán o aves rapaces. En la parte de atrás de la nuca se les cose un inmenso rabo de zorro.

Su función es la de guardar el orden en la procesión, ordenar a los vecinos que no atosiguen al santo en procesión, de ahí que lleve un bastón de madera del que le cuelga una vejiga de piel de animal rellena de paja, con la que va dando zambombazos al suelo, abriéndose paso en las calles y plazas.

Ahora además asustan a los que se atreven a recoger los caramelos que se lanzan mientras varias parejas ataviadas con los trajes regionales danzan alrededor de la Plaza Mayor.