El Temple en el Camino de Santiago II

El Temple, entre iglesias y hospitales

  • Palencia alberga una de las tres encomiendas templarias más importantes del Camino de Santiago
  • La iglesia de Santiago de Carrión de los Condes perteneció también a la Orden del Temple

Antiguo hospital de peregrinos, actualmente iglesia, en Támara de Campos (Palencia). - Ical.
Daniel G. Rojo/ ICAL

Protectores de la cristiandad en su conjunto antes que simplemente de los peregrinos a Compostela, la Orden del Temple no tardó en instalarse en el Camino de Santiago y sus alrededores por cuestiones estratégicas. La vía se había convertido en un eje europeo religioso, comercial y social, en el que las actuales provincias de Burgos, Palencia y León jugaban un papel importante.

Los historiadores localizan en las dos primeras seis enclaves pertenecientes a los Pobres Caballeros de Cristo, pero, al tratarse de una orden disuelta en 1312, apenas queda nada de su memoria en muchos de los lugares donde vivieron, como una casa y hospital de Villafranca Montes de Oca (Burgos), borradas de la historia y del recuerdo de los actuales habitantes.

Las huellas del invierno todavía se palpan en la fuente cercana a la Iglesia de Santiago, en Villafranca, congelada y con carámbanos colgantes. "No sé nada de ningún hospital templario aquí. A lo mejor, mi hijo, que se conoce de memoria la historia del pueblo", afirma Teresa Sanz, que desde hace seis años se encarga de mantener, con una joven, el albergue municipal del pueblo. "Tenemos las ruinas de San Félix de Oca, donde se dice que está enterrado el fundador de Burgos, pero de los templarios...", añade Sanz, quien no duda de que el Camino de Santiago "da vida al pueblo, al bar, a la panadería...". "Hay días que hay más peregrinos que habitantes".

Hito fundamental en la ruta jacobea, Villafranca se sitúa en plena etapa de Belorado a San Juan de Ortega y sus Montes de Oca fueron siempre un paso peligroso para los peregrinos, tanto por los lobos como por los bandidos. Por esa razón, el Temple se situó en la zona, como afirma Juan García Atienza en su libro 'Los enclaves templarios' (Martínez Roca). Sin embargo, de esa presencia sólo queda un rastro de papel en los libros.

Lo mismo ocurre en Frandovínez, situada al sur de la ciudad de Burgos, donde el profesor titular de Historia del Arte Antiguo y Medieval de la Universidad de Valladolid, Javier Castán Lanaspa, localiza posesiones templarias hoy imposibles de identificar, ni siquiera si uno se encarama al promontorio donde se alza la iglesia de San Miguel Arcángel. No obstante, ya en 1352 el 'Becerro de las Behetrías' califica la Villa de Frandovínez como lugar de abadengo en el cual tienen parte "el Monasterio de Huelgas, el Hospital del Rey y la Orden del Temple".

Palencia

La huella de los Caballeros del Templo de Salomón comienza a hacerse más tangible al cruzar la frontera de Palencia, que alberga una de las tres encomiendas templarias más importantes del Camino de Santiago, la iglesia de Santa María la Blanca, en Villalcázar de Sirga, y un pueblo de nombre inequívoco, Terradillos de Templarios.

La primera parada de la ruta palentina se encuentra a la vereda del Camino de Santiago, en Támara de Campos, en cuyo punto más alto descansa un antiguo hospital de peregrinos de la Orden del Temple, según Castán Lanaspa, del que hoy sólo queda la iglesia, cuya bella espadaña roza el cielo palentino con la recia y serena majestuosidad del románico.

Tras la disolución del Temple, el hospital pasó a manos de la Orden de San Juan y su claustro pervivió, en ruinas, hasta bien entrado el siglo XX, como recuerda Concha Gallardo, alcaldesa desde hace dos décadas, que jugaba allí "de pequeña". Hoy, es la sede del Ayuntamiento y de un museo etnográfico.

A pocos kilómetros de allí, el peregrino puede maravillarse con uno de los hitos más monumentales de la ruta jacobea, la iglesia de Santa María la Blanca, de Villalcázar de Sirga, cuyo párroco, Jesús Fernández, cuenta siempre "la leyenda del tesoro templario escondido tras una figura de un cerdo, en la fachada".

Ese cerdo, como recuerda el sacerdote, sustituyó misteriosamente al buey o toro de San Lucas en el tetramorfos del templo, una bella muestra de la transición del románico al gótico, entre cuyas joyas figura la talla de la Virgen de las Cantigas o los sepulcros del infante don Felipe, su segunda esposa -Leonor Ruiz de Castro y Pimentel- y el caballero Juan Pérez.

En los dos primeros, como explica Jesús Fernández a quien quiera que visite el templo, se pueden contemplar varios relieves que representan a caballeros templarios, con sus mantos, cruces y escudos. Un retablo dedicado a los milagros de Santiago Apóstol rubrica la unión del Camino con la iglesia y la orden militar nacida en Tierra Santa.

Un molino, desaparecido en 1432, y la iglesia de Santiago de Carrión de los Condes pertenecieron también a la Orden del Temple, que tiene en Terradillos de Templarios uno de sus lugares más representativos, al menos nominalmente, y también por el hostal que allí existió en la Alta Edad Media, dedicado a San Juan y del que sólo quedan algunas piedras y enterramientos. Para preservar su memoria, el albergue de peregrinos lleva el nombre del último gran maestre del Temple, Jacques de Molay, quemado en la hoguera frente a la catedral de Nôtre Dame en 1314.