La familia real británica es la imagen de la sobriedad y la compostura, al menos en los actos oficiales (la vida privada es otro cantar). Últimamente algunos de sus miembros tratan de dar una imagen alejada de la tradicional flema de las islas como el hijo mayor de la Reina Isabel II.
El Príncipe Carlos de Gales ya ha demostrado que es capaz de hacer más que representar a la Corona, como su faceta televisiva. Ni corto ni perozoso, y con bastante buen humor, se aventuró a presentar el parte meteorológico de la BBC la semana pasada. Esta vez, de visita en Canadá, le ha dado ritmo a la casa Windsor. En un centro de Toronto de talleres para jóvenes se ha atrevido con una mesa de mezclas y al parecer a los presentes les ha gustado este DJ de sangre azul.
Últimamente sus genes revelan aptitudes musicales. Su hijo Príncipe Harry bailó reagge con desperpajo y soltura en Jamaica. En su viaje a la isla caribeña, el hasta ahora conocido como en noble díscolo mostró su faceta más divertida. Se atrevió incluso a retar al velocista Ussain Bolt para regocijo del público.