En la Unidad de Atención Farmacéutica a Pacientes Externos no sólo dispensan medicamentos. También realizan un seguimiento individualizado de cada enfermo. Analizan y revisan al detalle la receta que ha prescrito el especialista. Comprueban que no hay fallos en las dosis, que el fármaco no interacciona con otros medicamentos o que en definitiva el tratamiento es el correcto.
Los pacientes que acuden a esta unidad no están hospitalizados. Son enfermos graves o crónicos. Personas con VIH, Hepaticis C, esclerosis múltiple o cáncer. Por lo general, sus tratamientos suelen ser muy costosos.
Ésta es una de la razones, junto con el seguimiento exhaustivo a los pacientes, por la que estos medicamentos no se venden en la farmacias habituales. Al farmacéutico no le compensa tener un medicamento tan caro en su establecimiento. Si no lo vende pierde mucho dinero.
Porque un fármaco, por ejemplo, para combatir el cáncer, puede costar hasta 6.000 euros. Los hay más caros. Eso significa que, al año, el tratamiento de cada paciente cuesta de media alrededor de 20.000 euros. En la farmacia del Hospital Río Hortega de Valladolid generaron en 2012 un gasto de 15 millones de euros.
Si en enero finalmente entra en vigor el copago farmacéutico hospitalario, los pacientes tendrían que pagar un máximo de 4,2 euros por envase. Normalmente acuden a esta farmacia una vez al mes, aunque pueden llegar a necesitar más de un medicamento.
Pero no todos los fármacos están sujetos a copago. Sólo los clasificados como "diagnóstico hospitalario". Los de "uso hospitalario" se librarían. Son dos denominaciones que el Ministerio de Sanidad negocia con los laboratorios pero que no se basan en ningún criterio médico.
En esta unidad han calculado que más de la mitad de sus pacientes estarían afectados por este copago. Una medida que supondría al año un ahorro de 20.000 euros. Justo lo que cuesta el tratamiento de una sola persona.