Un año después de la tragedia, Haití es todavía más pobre. Cerca de un millón de personas continúa viviendo a la intemperie. Las ayudas internacionales no son suficientes para un país que intenta reconstruirse azotado por el cólera e inmerso en la inestabilidad política.

Miles de improvisadas tiendas de campaña, componen el actual panorama urbano de Haití. Cerca de un millón de personas continúa viviendo en precarios campos de refugiados.

Bill Clinton, el coordinador de la ayuda internacional para Haití, se queja de la lentitud en la reconstrucción y pide más apoyo. En la capital, Puerto Príncipe sólo se ha desescombrado un 5%.

Aunque miembros de las ONGS allí presentes, como Astrid Nissen, aseguran que es normal que la recuperación sea lenta y no solo pasa en Haití donde ya antes del terremoto mucha gente vivía en la calle, sino en otros lugares que han sufrido una catástrofe.

Según explica Jacques Philippe Mondesir, el jefe de un grupo de obreros que están reconstruyendo viviendas, "el gran problema es la propiedad". Las familias son tan pobres que no tienen dinero para comprar un terreno y edificar.

La recuperación es lenta. La ayuda internacional parece que no hubiese llegado auque los que sobrevivieron al temblor, agradecen el mero hecho de seguir vivos.