Así responde una prostituta a Irene Montero: "Si ella cree o no está de acuerdo con que las chicas trabajen en estos sitios, que dé más trabajo, ¿no?". Esta mujer y algunas más viven en un club de carretera de Burgos. La crisis, ha empeorado su situación. Durante el confinamiento solo tuvieron una inspección, la Guardia Civil fue en cuanto cerraron. Y lo que antes era rutina, ahora se ha convertido en miedo. La toma de contacto, también ha cambiado y con esa actividad pagan su alojamiento.
En pleno debate por la abolición, en este club prefieren que se regule la prostitución. Para ellas, el problema es que cierren. Solo en Castilla y León hay aproximadamente 300 clubes.