Roberto es un joven abulense que desde los diez años tuvo claro que sería ganadero de vacuno. Se formó y con su formación volvió a casa.
Sin importarle trabajar sin horarios y que la mayoría de sus jornadas se alarguen, afirma que el único "pero" que pone es que los ganaderos que invierten y apuestan por el sector se encuentran con un problema: los bajos precios dificultan el poder hacer frente a las inversiones y esto terminará haciendo que muchos ganaderos tengan que cerrar sus granjas.