Se cumplen 60 años del inicio de la guerra que terminó por dividir definitivamente a Corea en dos mitades constantemente enemistadas. Desde entonces, se han producido frecuentes escaladas de tensión que han hecho temer el estallido de un nuevo conflicto, como el reciente hundimiento de un buque surcoreano.
El 25 de junio de 1950 las bombas cayeron más allá del paralelo 38, la línea divisoria entre la corea comunista de Kim Il Sul al norte con apoyo soviético y el régimen autoritario de Syngman Ree del sur, firme aliado de Estados Unidos en la Guerra Fría.
90.000 norcoreanos atacaron por sorpresa a sus vecinos, obligándoles a batirse en retirada hasta un estrecho perímetro en torno a la ciudad de Punsal, en el extremo meridional de la península. El presidente estadounidense Harry Truman ordenó entonces la intervención de su ejército para socorrer a Corea del Sur, primero con sus bombarderos y después con la séptima flota y el grupo de operaciones Smith al mando del general Mc Arthur.
Al poco se les unieron tropas de otros 15 países bajo bandera de la ONU. La coalición internacional recuperó el terreno perdido y avanzó hasta territorio norcoreano, pero China intercedió a favor de Pyongyang y les hizo retroceder hasta el paralelo 38.
Durante tres años se libró una batalla cruenta en torno a esta línea divisoria en la que murieron 800.000 surcoreanos y aliados y un millón y medio de chinos y norcoreanos, demás de dos millones y medio de víctimas civiles. Finalizó en 1953 sin apenas cambios territoriales, con un armisticio, no con un tratado de paz. El estado de guerra ha prevalecido durante seis décadas con diferentes escaladas de tensión. En forma de exhibiciones militares aún colean las consecuencias de última de ellas, el hundimiento en marzo del buque surcoreano Cheonan presuntamente por un torpedo norcoreano.