Deuda pública, prima de riesgo, impagos, FMI... y sobretodo crisis. Abrir cualquier edición digital y no encontrarte con una noticia sobre economía es casi imposible.
El Tesoro Público, es una de esas palabras que escuchamos y leemos a menudo, pero ¿sabemos lo que es?
Invertir en Tesoro Público, es invertir en Letras y Bonos. Estas dos palabras son simplemente una vía mediante la cual el Estado busca financiarse. Una de las principales diferencias entre estos dos títulos de deuda pública de España es el plazo. Mientras que las letras en nuestro país se emiten a 3, 6, 12 y 18 meses, los Bonos a 2, 3, 5, 10 y 30 años.
Las Letras son un activo adecuado para inversiones seguras a corto plazo. Por ejemplo, si queremos comprarnos un coche dentro de 9 meses, podemos poner nuestros ahorros a 6 meses y de ese modo tendremos una cantidad mayor en el momento de comprar el coche. Así tendremos el derecho de cobrar la cantidad prefijada en un día determinado.
Este derecho lo compraremos por una cantidad inferior. Por ejemplo, compramos el derecho a cobrar 1.000 euros a un precio de 990 euros.
En cuanto a los Bonos, la forma de pago es explícita por lo que se emiten especificando la rentabilidad que se dará. Tanto en las Letras como en estos últimos, la inversión mínima es de mil euros y múltiplos.
Este tipo de activos puede ser adquirido de varias maneras: mediante su compra en mercados primarios (emitidos por el Estado) o mediante mercados secundarios (comprándoselo a alguien que ya los posee). Estas operaciones se pueden realizar a través de nuestra entidad financiera o a través de una cuenta en el Banco de España.
Pero, ¿Quiénes son los principales compradores de la deuda española?
Estos son los inversores extranjeros de fondos, seguros y bancos. De entre todos, los bancos franceses son los mayores poseedores seguidos de los alemanes, sumando un total del 40%.
Resumiendo, en vez de prestar dinero a tu mejor amigo que anda apurado, prestamos dinero al Estado, que lo utilizará para sus gastos.
Así nuestro nuevo amigo nos devolverá el dinero, pero con un interés que no suele ser muy alto, pues el riesgo de impago es nulo o muy bajo ya que normalmente un país siempre tiene solvencia (raro es que un país quiebre).
En esta fase es donde entran las agencias de rating, que son las que se encargan de calificar el riesgo crediticio, que puede ser mayor o menor y que sirve de referencia a los inversores a la hora de exigir un mayor o menor tipo de interés.
Sin embargo, antes comentamos que es muy extraño que un país quiebre, pero si hemos leído la prensa estos días, sabremos que en estos momentos no es tan descabellado que esto ocurra con Grecia.
Por ello supongamos que mañana Grecia declara que no puede afrontar su deuda, pues no puede pagar los cerca de 495.000 millones de euros que debe a bancos, inversores y gobiernos extranjeros, y que no paga. ¿Qué pasaría?
Un impago de Grecia provocaría una restricción de la línea crediticia de los bancos, lo cual crearía un contagio en el resto de bancos causando una parálisis financiera.
Los bancos franceses y alemanes serían los más afectados, pues al igual que ocurre con España son los que más deuda griega tienen. Los primeros disponen de 50.000 millones de dólares y los alemanes 34.000 millones.
Pero no solo los bancos se verían afectados, pues aparte de estos hay todo tipo de fondos de pensiones, aseguradores e inversores que poseen grandes cantidades de deuda griega.