A las seis de la mañana la enfermera pone el termómetro. A las ocho toca el desayuno. A las doce es necesario hacer un análisis de sangre. Los hospitales tienen un protocolo que cumplir, muchas veces, molesto para los pacientes.

Permanecer ingresado en un centro hospitalario no es lo mismo que seguir el tratamiento desde casa. Para los enfermos que requieren una atención médica, pero que no es necesario su ingreso en el hospital, hay una opción: la Unidad de Hospitalización a Domicilio.

En Castilla y León sólo existen cuatro. La del Hospital de Burgos, la de Ponferrada y dos en Valladolid, la del Hospital Río Hortega y la del Clínico. Ésta última lleva 25 años en funcionamiento. Atiende a una media de dos mil pacientes al año. Enfermos crónicos o pluripatológicos y pacientes que han sido sometidos a una cirugía ambulatoria, es decir, que han sido intervenidos quirúrgicamente pero que no han necesitado ingreso y se recuperan en casa.

Es la Unidad de Hospitalización a Domicilio la que valora, a petición de un médico de familia o especialista, si el paciente puede seguir con el tratamiento en su hogar. Además es necesario otro requisito importante, como la condición social del enfermo, o lo que es lo mismo, que la familia se implique en el proceso. Que el paciente no viva solo y cuente con alguien que le pueda atender.

Y aunque en un principio haya pacientes que se muestren recelosos de abandonar el hospital y seguir con el tratamiento en su domicilio, pronto se dan cuenta de lo beneficioso de este servicio. Porque recuperarse en casa nada tiene que ver con hacerlo entre las cuatro paredes de una habitación de hospital. Además se evita otro tipo de riesgos, como las infecciones, y se consigue que haya menos ingresos.

El próximo mes de junio se celebrará en Burgos un congreso nacional, organizado por Castilla y León, sobre las unidades de atención a domicilio.