Hay un lugar, una casa en plena meseta castellana en la que el nombramiento del Papa Francisco ha sido recibido con especial alegría y emoción. Es la casa de retiro de los jesuitas en Villagarcía de Campos en la provincia de Valladolid.
Hemos estados con ellos el día después de que un jesuita fuese elegido Papa. De él destacan su humildad y compromiso con los débiles. Les ha gustado hasta el nombre que ha elegido. Con más indiferencia ven que sea el primer Papa jesuita de la historia.
Se decía que un 'Papa negro', es decir jesuita, nunca llegaría a blanco. Hasta ahora la misión de los jesuitas -ser soldados del Papado- les ha privado de la silla de San Pedro, por lo que el nombramiento de Bergoglio se da en contra de la tradición.
Nos cuentan que Francisco se ha ganado una gran reputación por su sencillez personal. Puede ser una ventana que abra al mundo la era moderna de la Iglesia.