Fue justo cuando la crisis del coronavirus empezaba a afectar a toda la sociedad, cuando Ángela decidió dar un giro a su vida laboral. En marzo del año 2020 a ella le concedieron las licencias necesarias para que pusiera en marcha su negocio La Charrita: una granja de gallinas camperas, un colmenar y una extensión de 1.500 metros dedicados a productos hortícolas de temporada.
Desde el principio quiso diferenciarse del resto de productores
En estos cinco años el balance que puede hacer es inmejorable. En su granja de 1.200 gallinas camperas se producen diariamente más de 1.100 huevos que se distribuyen entre los mejores restaurantes y tiendas de la zona y también de Madrid, lo mismo ocurre con la miel. En el caso de los productos de la huerta, aquí la comercialización se limita a la provincia de Salamanca.
Una de las cosas que siempre tuvo claras es que para hacerse un hueco en el mercado tenía que haber algo que diferenciara su negocio del resto, por eso apostó por incluir en la ración de alimentación de la comida dos productos diferentes: pimentón de la Vera y semillas de lino. El resultado de esta inclusión son unos huevos marcados por una yema con mucha más untuosidad y cremosidad de lo habitual.