Jubera es una villa localizada en el sur de Soria con una población de ocho habitantes. Enclavada en el paraje pintoresco de las Hoces del Jalón tras su paso por Medinaceli cuenta con un pasado histórico artístico de gran significación para el conocimiento de nuestra cultura. Jubera siempre ha sido un lugar de tránsito y comunicación contando con el trazado de una calzada romana, caminos reales y actuales carreteras y rutas de turismo con la del Mío Cid por tierras Sorianas.
En su término municipal destacan importantes yacimientos arqueológicos desde época romana, el pasado musulmán medieval y la reconquista cristiana donde queda de testimonio el castillo roquero que dominó el valle. Este bastión tuvo una gran presencia en la frontera entre Aragón y Castilla desde su compra por el obispado de Sigüenza, y durante toda la Edad Moderna siendo residencia de los alcaides de la fortaleza y del santero que cuidaba la ermita de Nuestra Señora de los Mártires.
El actual pueblo es una construcción única en Castilla y León por su urbanismo, al contar con un trazado hipodámico de manzanas creado en 1781 por el patrocinio del Obispo seguntino D. Juan Díaz de la Guerra, del que se conserva su escudo en la fachada del bloque de viviendas de la Plaza Mayor. El plan arquitectónico está compuesto por 24 viviendas para vecinos en dos manzanas cuadrangulares, fueron ocupadas por los colonos a los que posteriormente fueron vendidas junto con los terrenos para el aprovechamiento agrícola del municipio, también creó un inmueble en forma de L dedicado a posada, casa del párroco y autoridades. Es de porte mucho mayor y con más ornamento constructivo.
Al lado construyó otro de grandes dimensiones con puertas de acceso de cuatro por cuatro metros de luz para albergar a las caballerías y las galeras que realizaban el transporte de mercancías y de viajeros que pasaban por el Camino Real de Madrid – Zaragoza –Barcelona, el coste de este camino fue sufragado por el Obispo de Sigüenza a cambio del establecimiento del portazgo en el cual tenían que pagar el peaje tanto los viajeros como las mercancías.
En la plazuela construyó un edificio administrativo para la Alcaldía , cárcel y escuelas y por último una construcción para el horno comunal que a la vez servía como frontón en la plaza Mayor, actualmente recuperado como local tradicional que sirve como de disfrute de toda la población.
Esta distribución única, en composición y estructura tiene viviendas de hasta cinco pisos de altura, se adapta perfectamente a la ladera de la solana del valle en frente a la cual se puede disfrutar de un centenario monte de encinas, quejigos y espinos entre los cuales destaca una encina de grandes dimensiones denominada “La Chaparra de la Virgen” a la cual dos hombres no pueden abrazar su perímetro.