Es una enfermedad silenciosa. No tiene síntomas. Aparece a partir de los 35 o 40 años en personas con un cierto sobrepeso o antecedentes familiares. Si no se detecta a tiempo puede acarrear otros problemas de salud igual de graves y para los que ya no puede haber remedio.
La diabetes de tipo II puede detectarse con una analítica. Mejor después de las comidas, porque en ayunas los diabéticos tienen los niveles de azúcar en sangre que cualquier otro paciente. A partir de ese momento hay tres cosas que un diabético debe cumplir: tomar la medicación, llevar a cabo una dieta saludable y hacer ejercicio.
Los diabéticos tienen que evitar las grasas y apostar más por la fibra y los hidratos de carbono. Abandonar el sedentarismo es crucial. Un paseo diario puede evitar la aparición de hipoglucemias, episodios de mareos y visión borrosa que puede terminar en desvanecimientos.
El problema es cada vez hay más casos de niños con diabetes de tipo II. El culpable es el sobrepeso. Pero detectada a tiempo y a estas edades la enfermedad puede ser reversible.
La diabetes tipo I puede ser diagnosticada a cualquier edad pero es más común en niños y adolescentes. En su caso los síntomas son más claros: necesidad de beber agua, ganas de orinar más frecuentemente y pérdida de peso.
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